Los cargos por violencia doméstica suelen causar importantes trastornos en la vida tanto del acusador como del acusado. Aunque muchos casos implican acusaciones y acciones legales justificadas, otros pueden incluir información injusta o deshonesta.
Comprender mejor la psicología que subyace a las acusaciones falsas puede ayudar a las personas a afrontar esta difícil situación.
Un artículo publicado en Psychology Today apunta a una tendencia de falsas acusaciones en el ámbito de la violencia doméstica. Estas acusaciones pueden provenir de un cónyuge o pareja consumido por la ira o con pensamientos de venganza. Incluso pueden provenir de un cónyuge con un trastorno de la personalidad u otra forma de enfermedad mental.
Una combinación de factores puede dar lugar a una acusación falsa de violencia doméstica contra alguien. Estos factores suelen implicar una acumulación de estrés a lo largo del tiempo:
El resultado puede obligar a una persona a hacer acusaciones injustificadas en el calor del momento. Estas acusaciones suelen provenir de un estado de desesperación.
Los cargos penales en cualquier ámbito pueden dañar la reputación de una persona. Las acusaciones de violencia doméstica suponen una carga especialmente pesada para los acusados. Los daños pueden incluir consecuencias tanto emocionales como económicas.
Una persona puede conseguir limpiar su nombre, pero el proceso puede durar varios meses. También puede afectar a la vida laboral y a las relaciones personales. Las acusaciones falsas pueden afectar a órdenes de custodia de menores y los acuerdos de crianza tras un divorcio o separación.
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